miércoles, 24 de noviembre de 2010

39. Sin Titulo

Cuando por primera vez la vi, no conocía su nombre. Pero quede deslumbrado por su excesiva belleza, no podía despegar mi mirada de su lindo rostro, y entonces escuche su bella voz, la voz de un ángel, era algo divino, algo celestial. Quería besarla, quería saber que se sentía besar algo tan precioso. Su forma de sonreír, su dulce voz, sus hermosos labios, definitivamente una obra de arte creada por dios en su momento de inspiración mas memorable. No podía sacarla de mi cabeza, comencé a soñar diariamente con ella. Me dispuse a conquistar aquel desalado ángel, aquel majestuoso ser, me dispuse a ser el dueño de sus besos, el dueño de su amor, ella ya era la razón de mí existir, ya era la dueña de cada uno de mis suspiros, pero yo quería ser lo mismo para ella, ella no lo sabia, no sabia que moría por ella, ella no sabia que la amaba y era mi tarea era mi deber, informarle y demostrarle mi amor, después de algunos intentos fallidos al fin la bese y la verdad no fue nada como lo imagine no se parecía ni un poco a lo que soñé, pues mi imaginación no era tan grande para imaginar algo tan único algo tan especial como podría imaginar el paraíso porque estoy seguro que cada uno de sus besos es como un par de segundos en el cielo. Y si creí estar enamorado de ella antes de que me besara lo que sentí después de sus besos es algo que aun no puedo definir. Ahora el divino ser por el cual suspiro, el hermoso ángel por el cual me desvivo es totalmente mío y no solo le pertenece mi corazón si no que el de ella también es mío.

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